Hace unos cinco años, comencé a reflexionar sobre por qué muchas personas verdaderamente ricas, una vez que tienen la seguridad de que tanto ellas como sus familias vivirán cómodamente, siguen acumulando riqueza en lugar de compartir su dinero con otras personas o utilizarlo para fines altruistas, como ayudas sociales o el cuidado y la protección de los animales y el medio ambiente. No me refiero aquí a colaboraciones altamente mediatizadas y dirigidas a generar “buena fama” y, sobre todo, a reducir enormemente el pago de impuestos. Estoy hablando de ayudas de verdad, desde el corazón, con un fuerte sentimiento de hermandad, cooperación y bondad.

Pensaba que, aún a riesgo de parecer un acto egoísta, en su lecho de muerte, esas personas sabrían que han hecho algo bueno por el planeta y por quienes lo habitamos… y se irían en paz.

Reflexionando sobre este concepto, llegué a una conclusión: durante mi vida, disfrutaría con mi familia de las comodidades y beneficios del dinero, pero también de la gratitud (egoísta o no) de compartirlo. Para tener siempre presente el fin último de tal decisión y mantener a raya mi ego, lo haría desde el anonimato.

Fue así como nació la idea del Proyecto 3 Enfoques, que más que un programa determinado, es un propósito de vida.

La idea es estructuralmente simple: dividir los beneficios netos de La Fotera, destinando un tercio a cada apartado:

A principios de cada año, destinaré a un programa de estas características un tercio de los ingresos netos del año anterior. Sabiendo que La Fotera nace en 2024, no será hasta principios de 2025 cuando asignemos el destino de los primeros fondos, pero llegado el momento, lo haré. Y te lo contaré aquí.

Tienes mi palabra.